Primer Programa en Pasar el Test de Turing
Un ordenador logra superar por primera vez el test de Turing
Alan Turing |
El programa informático 'chatea' como un niño de 13 años, y
sus interlocutores humanos creen que es una persona
Es la primera máquina que supera la famosa prueba del
'padre' de la informática para comprobar que una máquina 'piensa'.
El test de Turing está considerado como la prueba
de fuego de la inteligencia artificial. Antes de suicidarse en 1954, tras la humillante
condena por su homosexualidad, el padre de las ciencias de la computación (el
mismo que descifró el código de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial)
dejó lista la prueba que serviría para responder a la pregunta del siglo:
«¿Puede una máquina pensar?».
Año tras año, y van ya 60, un grupo de jueces someten a un
intenso bombardeo de preguntas a una serie de cobayas, conectados por
ordenador. Los jueces teclean e intentan hilar una conversación con su
interlocutor invisible. Al final deciden si creen que han estado
interaccionando con un ser humano o con una máquina. Por primera vez desde que Alan Turing diseñó el
test, un programa de ordenador ha logrado convencer a más del 30% de los jueces
de que era «genuinamente humano». Se trata de un chatbot (robot
programado para charlar online) que obedece al nombre de Eugene Goostman.
El programa fue capaz de convencer al 33% de los jueces que participaron en la
prueba en la Royal Society de que estaban chateando con un niño
ucraniano de 13 años, respondiendo a preguntas sobre su infancia en Odessa,
revelando su desdén por La guerra de las Galaxias o su pasión por las
canciones de Eminem (en especial Stan y The Real Slim Shady).
Conversación 'inteligente'
El tal Eugene Goostman no es en realidad un superordenador, como
anticiparon ayer los primeros titulares, sino un chatbot que combina
técnicas del procesamiento del lenguaje, con concordancia de palabras clave y
con acceso a bases de datos. El resultado es un agente de conversación
inteligente que puede interaccionar con uno o más usuarios humanos a
través de métodos auditivos o textuales.
Los padres de Eugene Goostman tienen nombres bien reales:
Vladimir Veselov (un informático ruso residente en Estados Unidos) y Eugene
Demchenko (un joven ucraniano que vive en Rusia). Los dos llevaban tiempo
haciendo circular a su hijo virtual por los circuitos especializados, con
resultados bastantes sorprendentes, pero nunca hasta el punto de engañar a
más del 30% de los humanos con los que interactúa (el listón que puso
Turing cuando concibió la prueba).
«Estamos ante un logro considerable y esperamos que la
noticia sirva para impulsar el interés por la inteligencia artificial y por los chatbots»,
declaró Vladimir Veselov, a las pocas horas de conocer el resultado de la
prueba, efectuada el pasado sábado para hacerla coincidir con el 60º aniversario
del fallecimiento de Turing.
Los dos genios informáticos revelaron que decidieron dar a
Eugene Goostman la personalidad de un niño de 13 años para hacerlo más creíble:
«Eugene nació en 2001, y aunque presume de saberlo todo, es perfectamente
razonable que a su edad aún le queden cosas por aprender. Pasamos mucho tiempo
construyendo su personalidad, y hemos logrado mejorar en el último año el
controlador de diálogo, para darle un toque más humano a sus respuestas. En el
futuro pensamos hacerlo más inteligente y seguir mejorando su lógica de
conversación».
Lluvia de críticas
El anuncio fue celebrado en el acto por el profesor de
Cibernética de la Universidad de Reading Kevin Warwick con un
comunicado que lanzó las campanas al vuelo. «En el campo de la inteligencia
artificial, no hay un hito más icónico y controvertido que el test de Turing»,
destacó Warwick. «Y ese hito ha sido alcanzado en el Royal Society, que es el
hogar de la ciencia británica y el escenario de grandes avances a lo largo de
los siglos».
Warwick predijo que la superación del test de Turing por
parte de una máquina será celebrado «como uno de los momentos más
emocionantes en las historia de la Humanidad», no sin antes advertir de las
implicaciones que puede tener para la sociedad.
Ray Kurzweil, adalid del transhumanismo e impulsor de la
singularidad (el momento de la fusión hombre-máquina) estimaba que el momento
en que una inteligencia artificial superaría el test de Turing no llegaría
probablemente hasta el 2029. Nick Bostrom, director del Instituto para el
Futuro de la Humanidad de Oxford y autor del inminente Superinteligencia,
calculaba incluso que el momento sería más «gradual» y que no habría
necesariamente un hito que marcara el antes y el después.
En cualquier caso, y a las pocas horas del anuncio,
llovieron las críticas ante el supuesto hito por la parte de la comunidad
científica. «¿Consideraríamos a un chaval de 13 años como el pináculo de
la inteligencia?», escribía ayer en la web de la revista New Scientist Celeste
Biever, que cuestionaba el hecho de la «falsa personalidad» de Eugene Goostman
(niño, ucraniano, con parcial dominio del inglés) como el anzuelo que pudo
embaucar a los jueces.
Otros científicos ponen en duda incluso la validez del test
de Turing al cabo de 60 años y advierten de la necesidad de ponerlo al día (con
una prueba visual) o con una manera distinta y más rigurosa de certificar
los avances de la inteligencia artificial. Al fin y al cabo, sostienen, no
estamos ante la proeza de una supermáquina, sino ante la habilidad de un
programa diseñado estrictamente para conversar, pero no para pensar.
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